jueves, 7 de marzo de 2013

Justicia o Poder Judicial

En mi anterior entrada he utilizado el término "Justicia" refiriéndome al Poder Judicial. Esta es una acepción que no me justa utilizar puesto que el Poder Judicial sólo aplica (bien o mal) las leyes existentes (sean estas justas o no). Arrogarse ese apelativo, cuando menos, me parece pretencioso.

¿Es más ciega la sociedad que la Justicia?

En realidad resulta innecesario preguntárselo: la gente cree lo que quiere creer. No hace falta darle pruebas a favor para que crea, ni mostrarle pruebas en contra para que deje de hacerlo; siempre encontrará una justificación para creer lo que quiera creer.

Aún así, me extenderé un poco con algunas reflexiones que al principio podrán parecer más o menos inconexas:

Aunque sea bien conocida la frase "la Justicia es ciega", habremos de admitir que la Justicia no puede ser más ciega de lo que lo pueden ser las personas que se encargan de administrarla y, por tanto, que una institución dirigida por personas se debe equivocar como se equivocan las personas.

Para los españoles actualmente la corrupción es el mayor lastre para la imagen de España en el exterior (noticia en: El País, Canal Sur, RTVE, Cadena Ser, El Mundo).

¿Si la gente cree que hay tanta corrupción, cómo es que hay tan pocos políticos en la cárcel?

Obviamente, surgirán muchas posibles respuestas para justificar la pregunta planteada. Por ejemplo, de un lado: que la Justicia no actúa contra la corrupción (asumiendo entonces que la Justicia también está corrompida o que está atada por las leyes que hacen los políticos); del otro lado: que los delitos hay que demostrarlos, porque en un Estado de Derecho prima la presunción de inocencia del acusado.

En este punto chocamos con una incongruencia: la presunción de inocencia, que es un derecho constitucional, resulta que no es totalmente cierta.

En el artículo de El País titulado "Inocentes en la cárcel" se alude al hecho de que "el Tribunal Supremo y el Constitucional consideran que el testimonio de una víctima o testigo puede ser prueba suficiente para condenar". Lo cual, para el que no lo entienda, significa que si alguien te acusa de violación, abusos o de darle una paliza, aunque no haya pruebas, su palabra es suficiente para que tú seas condenado. Por eso nos podemos encontrar casos como los tres que se describen en este artículo de El País: "Vidas sentenciadas".

Llegados a este punto habrá quien piense que me estoy alejando del título de esta entrada; pero no, no me estoy alejando, sino acercando a un ejemplo bastante sugerente.

En este tipo de delitos que acabo de comentar nos encontramos que mucha gente (sin conocer nada del caso) justifica las condenas con el típico "si lo ha condenado un juez por algo será", aún cuando los jueces (junto con los periodistas) son los profesionales peor valorados según la última encuesta del CIS (noticia en: Europa Press, 20 minutos, Voz Populi).

Así que, resumiendo, aunque entre los profesionales peor valorados estén los jueces, en determinados casos la sociedad da por cierto algo sólo porque un juez a condenado a alguien. Curioso, ¿no?

Como última reflexión:

La Justicia no es tan ciega como se dice y, de exactamente igual manera y por no tener limitaciones, la sociedad es todo lo ciega que pueda desear ser.